Antes de proseguir con el relato de mis aventuras y desventuras como padre divorciado, hago aquí un deliberado alto en el camino para gritar, a los cuatro vientos y aún más allá, que, aunque me sobrarían seguramente muchas razones, tan humanas como mezquinas, para hacerlo si quisiera, este blog no forma parte de ningún tipo de vendeta personal, de ajuste de cuentas, de ojo por ojo, de acusación contra nadie, de apología de mí mismo, de echar balones fuera y las culpas de todo a otros, de ir de víctima y padre jodido por la vida, de cumplir con el papel de ex rencoroso del copón y cagarme en la puta que parió a todo lo que se menea.
Una vez confesado lo inconfesable, de que mi razón primera para escribir es, en este orden, porque me da un gusto que te cagas y por tratar de vivir dignamente de ello, os comunico que este blog es, sencillamente, un acto meditado de conciencia, un legítimo ejercicio de mi libertad en un intento, puede que vano, de que mi testimonio, personalísimo aunque anónimo, sirva ya no para sacarle las castañas del fuego a ningún padre divorciado como yo, que cada cual, mal que nos pese, debe cargar con su propia cruz y caminar solo hacia su calvario, sino de hacerle saber a alguno de ellos que no está solo y, en el mejor de los casos, arrancarle una sonrisa de complicidad en la desgracia, una pequeña luz en el camino que le distraiga, aunque sea un segundo, de la ignominia, de las patadas constantes en el culo, del sanbenito de ser el cabrón del ex, del cuestionamiento constante de su valía como padre.
Que nadie venga, pues, buscando aquí carnaza y amarillismo, las vísceras de ninguna ex tras abrirla yo en canal con la motosierra de mis afiladas palabras, en plan La matanza de Texas, porque este padre divorciado, lleno de defectos por un tubo, con un currículum de errores cometidos que espanta, no es quien ni mejor que nadie para crucificar a otros, aún _y es éste mi caso_ cuando esos otros me han difamado, insultado, calumniado y puesto de hijo de la gran puta para arriba en foros privados y, lo que es peor y delictivo, también en los públicos.
Que nadie venga a este blog a buscar mierda de saldo, que de ésa ya he tenido yo demasiada en mi vida, y, a pesar de que me debo a la verdad, mucho más me debo al respeto que merecen mis hijos, que ninguna culpa tienen de nada y para quienes no quiero, ni quiero sobre mi conciencia, que puedan reprocharme nunca que su padre dijo alguna vez una palabra más alta que otra sobre su señora madre, así tuviese yo más razón que un santo, así se me estuviesen llevando los demonios.
No. Ni en la más estricta intimidad mis hijos han oído, jamás, nada malo contra su progenitora. Ni está previsto que lo oigan.
Este blog no va de vengaza. Ni de que la única verdad es la mía.
Este blog va de decir lo que no se suele decir. De contar lo que nadie quiere oír. De airear la mierda que siempre, y por defecto, se coloca bajo la alfombra del perdedor. De desenmascarar a las supuesta víctimas y a los presuntos culpables para que se haga la luz y finalmente podamos comprender, los divorciados y los por divorciar, que todos somos cómplices de un mundo tan ruin y maniqueo, tan agresivo y enganchado a la lucha, tan amante de competir y arrebatar, y tan negado para la generosidad de compartir, tan falso en lo que vende como verdades que da más que pena, asco.
Un infinito asco.
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