miércoles, octubre 12, 2011

Cinderella Man

Como si hubiese sucedido ayer. Me parece estar viendo la cara de mi abogado, mirándome, asombrado, como quien ve por primera vez a un perfecto imbécil, como quien descubre, allí donde esperaba encontrar un mínimo atisbo de vida inteligente, a un cenutrio integral, única especie que, rayando la lucidez de la ameba, se hubiese a atrevido a plantearle lo inimaginable y lo imposible: La custodia paterna de los hijos.

"Ni siquiera en el caso de que la madre fuese, desde el punto de vista social, lo peor de lo peor _toxicómana o prostituta, sin ir más lejos, o ambas cosas a la vez_, pues ni siquiera en ese caso sería fácil arrebatarle la custodia", me soltó a bocajarro mi letrado, la madre que lo parió, situándome en la realidad social y jurídica española y haciendo que se me cayesen, allí mismo, delante de sus letradas narices, los cataplines al suelo... y el alma a los pies de la evidencia de que, para la justicia, el hecho de ser hombre supone una incapacidad manifiesta, una tara masculina y congénita, a la hora de hacerse cargo del cuidado y educación de su prole.

Y todo lo contrario, el hecho de ser biógicamente hembra es, por sí mismo, razón más que suficiente que te acredita como una madre de tres pareces de narices, como el no va más de lo que necesita cualquier crío, la ventaja evolutiva que, en caso de separación de tu pareja, paradójicamente y de forma muy machista te convierte en la parte más fuerte y capaz de criar y educar y, al tiempo, en la parte débil y a proteger... La última a la hora de dar y la primera a la hora de recibir.

Ser mujer te hace, por arte magia, la pera limonera y la custodia pluscuamperfecta de los hijos _¡dónde va a parar!_ sin que nadie se tome la molestia de verificar _para salvaguardar los intereses de los niños a los que se dice proteger_ si la susodicha hembra es un santa o una japuta, que lo mismito a todos les da, que ya se sabe que la justicia es una señora ciega de nacimiento que no ve a todos por igual, ¡la madre que la parió!...

Por una vez, ser mujer es una ventaja, lo que estaría de puta madre si no fuese porque se hace pasar por discriminación positiva lo que es, en el fondo, un atavismo de otra era, un machismo recalcitrante y del copón, que se disfraza de cosa progre y fetén, y en base al cual las señoras están, a priori y por el simple hecho de tener coño, más capacitadas que nadie para hacerse cargo de los hijos, mire usted que bien. Nada nuevo bajo ningún sol.

No. Aquel aciago día mi abogado no se anduvo con chiquitas, no señor, y me hizo caer del ring a mamporrazos. Mordí el polvo de la realidad judicial y deseché la peregrina idea de luchar por ser yo quien llevase, como había hecho siempre, la fregona en casa y la custodia de mis dos hijos. Fui un indigno Cinderella Man y me dejé tumbar...

Mi abogado tenía razón: Era un combate amañado y perdido de antemano.

Yo era tan solo un hombre "sin"... Sin dinero, sin casa, sin coche, sin hijos y, lo que es peor...

Sin coño.

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